La revista Consumer analiza el contenido de las “aguas de sabores”.
- Estas bebidas no están elaboradas solo a partir de agua y aromas, sino que cuentan además con otros compuestos, como zumos, edulcorantes o azúcares.
- Algunas de estas bebidas pueden llegar a contener hasta 14 gramos de azúcar, el equivalente a más de tres cucharadas de azúcar.
A primera vista, las bebidas de sabores pueden parecer una alternativa saludable al agua, especialmente en verano, cuando buscamos opciones refrescantes. Con una apariencia saludable y etiquetas que evocan frescura y naturalidad, estas bebidas ganan terreno entre los consumidores que buscan una alternativa al agua convencional. Sin embargo, expertos alertan de que no se trata simplemente de "agua con aromas", sino de bebidas refrescantes que deben ser consumidas con moderación.
La revista Consumer informa que a pesar de que muchas de estas bebidas se elaboran a partir de agua mineral natural y su presentación puede inducir a pensar que son similares al agua, lo cierto es que incluyen otros ingredientes como zumos, edulcorantes o azúcares, lo que las sitúa en la categoría de refrescos. Solo una minoría de productos lo aclara de forma visible en el etiquetado frontal.
¿Qué contienen realmente estas bebidas?
Según un reciente análisis, estas bebidas pueden contener desde agua mineral natural o agua preparada con aroma de frutas, hasta una combinación de zumos a base de concentrado, edulcorantes artificiales o azúcares añadidos. Algunas incorporan también dióxido de carbono, lo que les confiere un carácter gasificado que potencia la sensación de frescor, aunque puede provocar molestias digestivas en personas sensibles.
Pero conviene tener claro que deberíamos destinarlas a un consumo ocasional dado que muchas contienen azucares, así que no es buena idea un consumo habitual porque favorecen el aumento de peso y el desarrollo de enfermedades como diabetes tipo 2. Y otras suelen contener edulcorantes que, aunque seguros, podrían tener efectos indeseables, afectar a la microbiota, aumentar el deseo por alimentos dulces o alterar nuestra regulación del apetito. En definitiva, la principal fuente de hidratación en nuestra dieta debe ser siempre el agua.
El contenido de azúcar varía significativamente entre productos, alcanzando en algunos casos hasta 14 gramos por vaso (250 ml), lo que equivale a más de tres cucharaditas. Este contenido, aunque inferior al de un refresco convencional, sigue siendo elevado si se consume con frecuencia. Además, la presencia de edulcorantes plantea interrogantes sobre su impacto en la microbiota intestinal y en el apetito.
Hidratación: ¿alternativa o complemento?
A pesar de su atractivo visual y sabor, estas bebidas no deben sustituir al agua como fuente principal de hidratación. Su consumo debe ser ocasional, especialmente en personas con riesgo de desarrollar enfermedades metabólicas como la diabetes tipo 2. Además, la denominación y etiquetado en algunos casos puede resultar confusa para el consumidor, al no reflejar con claridad la presencia de edulcorantes o azúcares libres procedentes de los zumos.
Recomendaciones para el consumidor
- Leer atentamente la etiqueta, prestando especial atención al tipo de agua utilizada, la presencia de gas, edulcorantes o azúcares.
- Evitar confundir estas bebidas con agua aromatizada, que solo contiene agua y aromas sin otros ingredientes añadidos.
- Optar por productos sin edulcorantes ni azúcares añadidos, en especial para un consumo frecuente.
- Valorar la relación calidad-precio, ya que el precio por litro puede multiplicarse por cuatro entre distintas opciones.
- Recordar que el agua debe seguir siendo la bebida principal para una hidratación saludable.
En conclusión, aunque estas bebidas pueden ser una opción atractiva para la época estiva para un momento puntual de consumo, no deben considerarse equivalentes al agua natural ni formar parte de la hidratación diaria habitual.