“No, no todo el mundo tiene SIBO”.
- Llega el verano y la obsesión por las dietas e inflamaciones en la actual “moda del SIBO”, trastorno que sufren entre el 2,5 y el 22% de la población general, según el Instituto de Microecología.
- La nutricionista de Biogran, Vanesa León, desmonta el gran mito de los autodiagnósticos de SIBO y apuesta por una alimentación equilibrada, ecológica y sostenible como solución a síntomas de inflamación.
El verano es sinónimo de relajación, escapadas y dejarse llevar. Un momento en el que las rutinas desaparecen y se altera el orden en las comidas, afectando directamente a la salud digestiva. Todo esto además coincide con un contexto en el que las redes sociales se han inundado en los últimos años de consejos, dietas restrictivas y autodiagnósticos sobre un trastorno digestivo que parece haberse puesto de moda: el SIBO (Small Intestinal Bacterial Overgrowth, por sus siglas en inglés), trastorno que sufre entre el 2,5 y el 22% de la población general, según el Instituto de Microecología.
Un dato que demuestra que, a pesar de la creciente fijación por los cuerpos en esta época del año, es importante identificar y comprender que la hinchazón y la inflamación no se deben a una única causa. Tal y como advierte Vanesa León, nutricionista y asesora técnica de Biogran: “No, no todo el mundo tiene SIBO. El problema es que sus síntomas son inespecíficos y pueden confundirse con otras alteraciones digestivas o incluso con malos hábitos de vida”.
El SIBO es un trastorno caracterizado por un sobrecrecimiento anómalo de bacterias en el intestino delgado, donde su presencia debe ser limitada. Esta disbiosis puede causar síntomas como gases, dolor abdominal, acidez, digestiones pesadas o esa hinchazón característica, que más inseguridades puede generar y que provoca que un alto porcentaje de la población pueda pensar que sufre de esta alteración de la microbiota, un gran mito en comparación con quien realmente está diagnosticado.
Sin embargo, como señala Vanesa León, estos síntomas también pueden deberse a otras causas, como intolerancias alimentarias, estreñimiento crónico, estrés o enfermedades inflamatorias intestinales, por lo que un diagnóstico médico es imprescindible antes de iniciar cualquier tratamiento específico.
Consejos para evitar la inflamación en verano
Antes de inclinarse hacia dietas restrictivas o eliminar grupos de alimentos, lo ideal es adoptar una alimentación variada, ecológica y natural. “El primer paso debería ser reducir el consumo de alimentos procesados y aditivos sintéticos y sustituirlos por alimentos ecológicos ya que no contienen pesticidas ni aditivos artificiales que puedan dañar la microbiota intestinal”, afirma Vanesa León.
- No eliminar la fibra: Su déficit puede empeorar los problemas digestivos. Vanesa León recomienda empezar el día con copos de avena integral o trigo sarraceno de El Granero, fruta fresca de temporada o tortitas de lenteja, también de El Granero, acompañadas de vegetales o aguacate.
- Incluir fibra fermentable: este tipo de fibra específica está presente en alimentos como la alcachofa, cebolla, puerro, legumbres o cereales integrales, que tienen un perfil nutricional saludable. Si no existe SIBO diagnosticado, este tipo de fibra alimenta y protege la microbiota.
- Hidratarse bien: El agua, las infusiones ecológicas y de comercio justo como las de Cupper, o las bebidas vegetales sin azúcares añadidos como las de Isola Bio, ayudan a mejorar el tránsito intestinal.
- Apostar por alimentos con omega 3: Como el pescado azul, nueces o semillas de chía o lino molidas de El Granero, por su poder antiinflamatorio.
No olvidar los alimentos fermentados: Como yogures, kéfir, kombucha o tempeh, que aportan fermentos vivos beneficiosos para la salud digestiva.
Con todo, es esencial recordar que la salud digestiva no se construye a base de modas o restricciones innecesarias, sino con un enfoque integral que priorice hábitos saludables, alimentos ecológicos y la consulta con profesionales sanitarios.
“Sin un diagnóstico previo de SIBO, es mucho más recomendable apostar por una alimentación equilibrada y sostenible que por una dieta restrictiva que puede generar más perjuicios que beneficios”, concluye Vanesa León.