Gin MG te explica cómo detectar una copa bien hecha sin necesidad de cucharas en espiral ni discursos de coctelería molecular.
A estas alturas, todos creemos que sabemos lo que es un buen gin-tonic. Hasta que te sirven uno con una cucharilla dentro, sin hielo, en un vaso de tubo con medio jardín botánico flotando. La buena noticia: no hace falta ser mixólogo ni tener una barra de mármol en casa para saber cuándo una copa está bien hecha. Solo necesitas tener criterio (y una ginebra que no falle).
Desde Gin MG, que lleva más de 85 años elaborando una London Dry Gin de verdad, te dejamos una pequeña guía para detectar (con humor, pero con conocimiento) si ese Gin & Tonic que te están sirviendo es digno de brindis… o de intervención.
5 pistas para saber si tu Gin & Tonic está bien hecho (aunque no tengas canal de coctelería)
1. El hielo no es opcional.
Si lleva dos cubitos medio derretidos, ya no es gin-tonic. Es gin-templado.
Nivel pro: 5-6 hielos, grandes y bien fríos. El vaso no debe tener huecos.
2. ¿El gin es de verdad… o perfumado?
El enebro tiene que estar. Si huele más a ambientador que a ginebra, sal de ahí.
Con Gin MG: notarás en nariz notas de enebro y hierba fresca y en boca mucha presencia de bayas de enebro.
3. La tónica no se lanza como si fuera agua del grifo.
Debe verterse con mimo. Como quien sabe que algo bueno está por empezar.
Símbolo universal del respeto a la copa: el “pssst” bien audible al abrirla.
4. ¿Es un Gin & Tonic o un huerto urbano?
Si tiene más decoración que un escaparate de Navidad, no.
Twist de limón, gracias. Más que eso: innecesario. Menos: delito.
5. El minuto sagrado existe.
Si alguien bebe el Gin & Tonic en cuanto lo terminan de servir… no está mal. Pero si espera un minuto para que se asiente, esa persona merece tu respeto (y otra copa).
Una ginebra que celebra los brindis reales
Desde 1940, Gin MG acompaña los momentos que no necesitan filtros. Esos que no salen perfectos, pero salen del alma. Los que se hacen con ganas, con gente real y sin necesidad de excusas.
Porque más allá de cómo brindes, lo importante es tener algo —o alguien— por quien hacerlo.
Y tú… ¿qué tipo de brindador eres?